
En tus viajes al extranjero, viajar resguardado ante a cualquier inconveniente es la mejor opción.
Cuando nos disponemos a realizar un desplazamiento, a veces, ignoramos el hecho de que hay multitud de percances durante el viaje que pueden arruinar lo que hubiera sido una bonita experiencia.
Por ahorrarnos unos cuantos euros podemos convertirnos en víctimas y perder muchos más, por lo que siempre es importante ser precavido, sobre todo cuando se viaja al extranjero, donde el funcionamiento de los servicios y la cultura son distintos.
Para hacer constancia de este hecho, hoy te narramos un relato muy frecuente cuando se realizan desplazamientos sin contar con una protección adecuada.
Dos jóvenes españolas deciden emprender un emocionante viaje a Estados Unidos. Antes de viajar, se informan sobre necesidades y requisitos para emprender el vuelo.
Su agencia les informa de que no es obligatorio contar con un seguro de viaje, aunque sí recomendable contratar un seguro médico para el desplazamiento.
Ambas viajeras deciden ahorrarse el dinero y viajar sin él ya que piensan que en apenas 6 días de estancia pocos contratiempos pueden darse.
Tras disfrutar unos días del país, una de las turistas comienza a sentirse mal. Sufre fiebre, vómitos y mucho malestar físico por lo que deciden visitar a un médico.
Para descartar posibles afecciones, los profesionales médicos le realizan una prueba diagnóstica. Se trata de unos Rayos X que disiparían dudas sobre una posible apendicitis.
Finalmente, los médicos diagnostican a la turista una gastroenteritis y las viajeras respiran tranquilas. Tras ser atendida por los servicios sanitarios, la paciente debe comprar algunos medicamentos para paliar sus molestias.
El gran problema surge a continuación, las jóvenes deben abonar el coste de los servicios prestados. Acostumbradas a una sanidad pública y, en cierto modo, gratuita, no pueden imaginar cuál es el coste que puede alcanzar la atención médica.
El total que deben abonar es de 1200 dólares, mucho más de lo que les ha costado el vuelo a la tierra americana. Gracias a la ayuda de un familiar, la joven afectada consigue pagar los servicios recibidos.
Tras esto, la turista debe recuperarse rápidamente para, en 3 días, regresar a su país, por lo que debe guardar reposo y no puede seguir disfrutando del viaje.
La sensación de su desplazamiento ha sido nefasta. Ha tenido que pagar el doble de lo que tenía previsto y volver a casa con un balance muy negativo de la experiencia.
Si la turista hubiera viajado con un seguro de viaje, la atención médica hubiera estado cubierta por su seguro, que le hubiera indicado cuál es el centro médico al que dirigirse y, en ese momento, hubiera abonado los costes.
Una aseguradora no puede eliminar la enfermedad pero, al menos, la viajera hubiera vuelto con más dinero y una sensación más optimista.
Este es uno de los casos a los que debes enfrentarte en tu lugar de destino.
No solo Estados Unidos cuenta con una sanidad de alto precio sino que son muchos los lugares donde puede que tengas que invertir grandes cifras en un pequeño contratiempo que, por supuesto, nadie podría prever.
Si decides viajar con un seguro de viaje para evitar percances, estarás cubierto tanto en salud como en tu seguridad. Dispondrás de protección ante robos, extravíos, repatriaciones o cancelación de viajes, entre otros.
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